Corazones rosados
La Tere andaba rara, muchos lo notaron y al principio callaban,
pero de pronto empezaron a escucharse los comentarios,
_ ¿te has fijado que la Tere anda bien rara?, o _
¿qué le pasará a la Tere?_
No se me ocurría qué le podría estar sucediendo a alguien que se jactaba de ser
perfecta, sin embargo los errores que cometía eran muy evidentes y comprometían
el trabajo de muchos , un día confundió las pruebas de Lenguaje con las de
Historia, otro, olvidó dejar las copias del examen que debía tomarse en la
mañana, cambiaba las fechas en que se habían planificado los certámenes de fin
de semestre y de pronto todo era un caos, los alumnos estaban tan perdidos como
ella, un día estudiaban la materia del ensayo y en las preguntas de la hoja que
tenían sobre la mesa se cuestionaba sobre el origen de la ciudad de Roma, los
griegos se embarcaban para rescatar una princesa y nadie entendía nada, de
todas las salas salía el mismo clamor:
_"¡Profe, no nos toca Historia!
e
invariablemente se les respondía:
_No se preocupen jóvenes, la
señorita Tere tendrá la solución, ella es la encargada de la Unidad Técnica_
El término del
año llegó pronto y todos queríamos
alejarnos de las pruebas, los aprendizajes logrados, nuevos programas,
reuniones y, para colmo, la Tere,
la Negra, como
la llamaban algunos en silencio, con los labios apretados, con la molestia que
crecía a diario por los beneficios de
los cuales gozaba la enigmática mujercita, ya que para ella no existían los horarios y una cosa era
segura, jamás se la encontraba temprano.
Ahora estaba más
olvidadiza y distraída, a veces no contestaba los saludos y se encerraba
en su oficina, allí desayunaba, almorzaba, dormitaba una siesta,
chateaba, revisaba papeles que se acumulaban sobre la mesa, respondía mensajes secretos, pero ella
siempre estaba haciendo tres cosas a la vez y, si alguien le presentaba un
problema que a ella le competía resolver, generalmente salía de su santuario
después de escuchar la típica frasesita “ese es tu problema, encuentra tú la solución”.
¿A qué hora
quería que nos juntáramos para solucionar los problemas si nuestros horarios no
coincidían? Si cuando nosotros estábamos
en clases no se sabía si ella aún estaba en brazos de Morfeo, trotando, mirando
su bola de cristal o qué sé yo, pero ella era infalible y siempre había un
culpable para cubrir sus errores.¡Cómo exasperaba
su tonito de suficiencia! Miraba entrecerrando los ojillos maquillados con
colores fuertes que no armonizaban con su rostro moreno, redondo, coronado por
unos cabellos negros en donde resaltaban unas canas rebeldes a las tinturas, su
porte era más bien bajo, con unos kilos de más, y su edad era un misterio, pero
ya había cruzado la barrera de los cuarenta, sabíamos que vivía sola, que
tenían lo que se dice “un buen pasar”, una casa grande, herencia de los padres,
unos cuantos perros, un auto que renovaba cada años, pero que según las malas
lenguas “no tenía nada que contar”, ¿amigos, amantes, una desilusión, un viejo
amor?
No había modo de saberlo, porque ella tenía cerrada herméticamente la puerta de las
confidencias. Un día no
apareció, la oficina en que reinaba un gran desorden, con muchas carpetas y
documentos sin clasificar, permaneció cerrada.Pronto se
escucharon órdenes y contraórdenes de los superiores:
_ ¡Llamen a esa mujer!_ ¡Por
qué nadie se preocupó de avisar que no ha llegado! _ ¡Necesito que mande las
notas!
Como todos, yo
también ignoraba dónde se encontraba, pero conocía el motivo de su ausencia, lo
adiviné el día que me dijo:
_Si no está
anotado aquí, no es definitivo_ y mientras me mostraba la planilla del
calendario de los exámenes,
_ ¿ves, aquí dice que el martes hay prueba de
Matemáticas_, pero yo sólo veía en el
casillero unos corazones rosados con florcitas pequeñas en sus centros, corazones
rosados atravesados con una flecha , corazones rosados con dos iniciales en
otros, una guirnalda de corazones enmarcando la hoja, que subía y bajaba
colándose en otros casilleros.
Sonriendo le
contesté que sí, que tenía razón y que yo resolvería el problema, pensando que
no importaba postergar la prueba de Lenguaje, mientras ella tuviera ese brillo
en la mirada y una sonrisa que mostrara la felicidad de un rostro nuevo.
De una forma u
otra las notas estuvieron a tiempo y nos fuimos de vacaciones, el tiempo
inexorable nos trajo un nuevo año, nuevos alumnos, nuevos desafíos y una
reemplazante en el cargo de la
Tere.
A veces alguien
se acordaba de ella y preguntaba:_ ¿Cuánto hace
que se fue la Tere?_
y al encogerme de hombros agregaba:
_ ¿Te cuento?_, pero no se lo digas a
nadie_
Y antes de que respondiera,
el secreto guardado sin candado se escapaba:
_ Dicen que la vieron….Adivina con
quién…_Pero yo no
estaba para acertijos, así que venía la confidencia, pero ¿qué me importaba, en
qué afectaba a los demás? La vida estaba fuera de los muros de esa oficina, de
sus perros y gatos y, pensando en lo feliz que estaría, continuaba con mi corrección,
soñando con ilustrar mis viejos libros, algún día, con una guirnalda de rosados
corazones.
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