sábado, 29 de noviembre de 2014

Corazones rosados


La Tere andaba rara,  muchos lo notaron y al principio callaban, pero de pronto empezaron a escucharse los comentarios, 

_ ¿te has fijado que la Tere anda bien rara?, o _ ¿qué le pasará a la Tere?_ 

No se me ocurría qué le podría estar sucediendo a alguien que se jactaba de ser perfecta, sin embargo los errores que cometía eran muy evidentes y comprometían el trabajo de muchos , un día confundió las pruebas de Lenguaje con las de Historia, otro, olvidó dejar las copias del examen que debía tomarse en la mañana, cambiaba las fechas en que se habían planificado los certámenes de fin de semestre y de pronto todo era un caos, los alumnos estaban tan perdidos como ella, un día estudiaban la materia del ensayo y en las preguntas de la hoja que tenían sobre la mesa se cuestionaba sobre el origen de la ciudad de Roma, los griegos se embarcaban para rescatar una princesa y nadie entendía nada, de todas las salas salía el mismo clamor:

_"¡Profe, no nos toca Historia! 

e invariablemente se les   respondía:

_No se preocupen jóvenes, la señorita Tere tendrá la solución, ella es la encargada de la Unidad Técnica_

El término del año llegó pronto  y todos queríamos alejarnos de las pruebas, los aprendizajes logrados, nuevos programas, reuniones y, para colmo, la Tere, la Negra, como la llamaban algunos en silencio, con los labios apretados, con la molestia que crecía a diario por los beneficios  de los cuales gozaba la enigmática mujercita, ya que para  ella no existían los horarios y una cosa era segura, jamás se la encontraba temprano.

Ahora estaba más olvidadiza y distraída, a veces no contestaba los saludos y se  encerraba  en su oficina, allí desayunaba, almorzaba, dormitaba una siesta, chateaba, revisaba papeles que se acumulaban sobre la mesa,  respondía mensajes secretos, pero ella siempre estaba haciendo tres cosas a la vez y, si alguien le presentaba un problema que a ella le competía resolver, generalmente salía de su santuario después de escuchar la típica frasesita “ese es tu problema, encuentra tú la solución”.

¿A qué hora quería que nos juntáramos para solucionar los problemas si nuestros horarios no coincidían?  Si cuando nosotros estábamos en clases no se sabía si ella aún estaba en brazos de Morfeo, trotando, mirando su bola de cristal o qué sé yo, pero ella era infalible y siempre había un culpable para cubrir sus errores.¡Cómo exasperaba su tonito de suficiencia! Miraba entrecerrando los ojillos maquillados con colores fuertes que no armonizaban con su rostro moreno, redondo, coronado por unos cabellos negros en donde resaltaban unas canas rebeldes a las tinturas, su porte era más bien bajo, con unos kilos de más, y su edad era un misterio, pero ya había cruzado la barrera de los cuarenta, sabíamos que vivía sola, que tenían lo que se dice “un buen pasar”, una casa grande, herencia de los padres, unos cuantos perros, un auto que renovaba cada años, pero que según las malas lenguas “no tenía nada que contar”, ¿amigos, amantes, una desilusión, un viejo amor? 

No había modo de saberlo, porque ella tenía  cerrada herméticamente la puerta de las confidencias.  Un día no apareció, la oficina en que reinaba un gran desorden, con muchas carpetas y documentos sin clasificar, permaneció cerrada.Pronto se escucharon órdenes y contraórdenes de los superiores: 

_ ¡Llamen a esa mujer!_ ¡Por qué nadie se preocupó de avisar que no ha llegado! _ ¡Necesito que mande las notas!

Como todos, yo también ignoraba dónde se encontraba, pero conocía el motivo de su ausencia, lo adiviné el día que me dijo:

_Si no está anotado aquí, no es definitivo_ y mientras me mostraba la planilla del calendario de los exámenes, 

_ ¿ves, aquí dice que el martes hay prueba de Matemáticas_, pero  yo sólo veía en el casillero unos corazones rosados con florcitas pequeñas en sus centros, corazones rosados atravesados con una flecha , corazones rosados con dos iniciales en otros, una guirnalda de corazones enmarcando la hoja, que subía y bajaba colándose en otros casilleros.

Sonriendo le contesté que sí, que tenía razón y que yo resolvería el problema, pensando que no importaba postergar la prueba de Lenguaje, mientras ella tuviera ese brillo en la mirada y una sonrisa que mostrara la felicidad de un rostro nuevo.

De una forma u otra las notas estuvieron a tiempo y nos fuimos de vacaciones, el tiempo inexorable nos trajo un nuevo año, nuevos alumnos, nuevos desafíos y una reemplazante en el cargo de la Tere.

A veces alguien se acordaba de ella y preguntaba:_ ¿Cuánto hace que se fue la Tere?_ y al encogerme de hombros agregaba: 

_ ¿Te cuento?_, pero no se lo digas a nadie_

Y antes de que respondiera, el secreto guardado sin candado se escapaba: 

_ Dicen que la vieron….Adivina con quién…_Pero yo no estaba para acertijos, así que venía la confidencia, pero ¿qué me importaba, en qué afectaba a los demás? La vida estaba fuera de los muros de esa oficina, de sus perros y gatos y, pensando en lo feliz que estaría, continuaba con mi corrección, soñando con ilustrar mis viejos libros, algún día, con una guirnalda de rosados corazones.  




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