martes, 5 de mayo de 2015

El Regreso

_Estamos los dos en el mismo pecado_

La voz  ronca, segura, dominante, rompió el silencio mientras caminaban por el sendero bordeado de viejos eucaliptos, iluminado apenas por uno que otro rayo de la luna que se filtraba entre el follaje de los viejos árboles, únicos testigos de la lucha interna que se libraba en el corazón de María.

Para qué lo había seguido se preguntaba a cada paso que daba, pero seguía a su lado, sin demostrar el miedo que se apoderaba poco a poco de ella. 

Miedo a encontrarse con alguien que la reconociera y contara en la taberna con quién la había visto, aunque no había nada que ocultar se decía para convencerse de que aún estaba a tiempo de desandar el camino, qué pasaría si no continuara  a su lado escuchando las palabras que le llegaban de lejos.

_Si estamos en el mismo pecado es porque nos queremos, te dije que algún día iba a volver a buscarte y ahora me estay siguiendo, no vay na amenazá, si es pecado que nos vayamos, bueno, así será, mañana vay a ver las cosas con más calma, después de todo no soy más que mía y siempre ha sido así, todos sabían que tú y yo nos queríamos y me juraste que me esperaríai, mala suerte pal Mateo, él se metió por medio y que no me busque, porque se va a arrepentir.


Lo escuchaba en silencio y sus palabras la mareaban como si fueran un elixir embriagador, mágico, que la llevaran más allá de su realidad, de su familia que la había presionado para que aceptara al Mateo, que tenía tierras, ganado y una casa donde ella era la patrona, pero en cuyo rostro aparecía de vez en cuando un rictus de amargura, ¿sería por los hijos que no llegaban? ¿por la soledad que la rodeaba la mayor parte del día?¿qué había que hacer para que se le borrara esa expresión que a veces le sorprendían sin que ella se diera cuenta?


Y comenzaron los rumores, si ya se sabía que eso iba a pasar, que ella no debía haberse casado con el Mateo, que era muy bueno, pero que el Rubén había sido el amor de toda su vida y ahora lo estaba siguiendo, había vuelto, pero cuatro años eran mucho tiempo para esperarlo, sin saber adónde se había ido, sin una carta, sin un llamado, como si se lo hubiera tragado la tierra, pero había regresado y cómo había cambiado, si ya era todo un hombre, si a su paso atraía las miradas de las mujeres jóvenes y de las no tanto, que suspiraban envidiando la suerte de aquella que fuera encerrada por esos fuertes brazos sobre un pecho amplio y dorado por el sol de lejanas tierras. 


Los hombres tampoco permanecían indiferentes  a su paso y les intrigaba el misterio que lo rodeaba, a nadie había contado Rubén qué había hecho en su ausencia, en qué había trabajado, dónde había estado, qué aventuras había sufrido y empezaron a tejer sus propias historias, que había estado en un barco ballenero, que se había ido de minero a buscar oro, que seguramente era un contrabandista, que se había alistado de mercenario, todos tenían su teoría de acuerdo a su imaginación y hasta apostaban a ella. 


_El Rubén le compró las tierras  a don Mauricio_

_ Se está haciendo una casa enorme de grande_
_Dicen que mandó a traer muebles finos de la ciudad_

Cada  cual expresaba lo que creía que Rubén había hecho,o bien, lo que a ellos les hubiera gustado hacer si hubieran tenido la oportunidad de marcharse de esas soledades en que el tiempo se había detenido hacía muchos años y una mezcla de envidia y orgullo por el que se había atrevido a partir hacia lo desconocido, acompañaba las palabras de esos resignados al trabajo en el campo, soñando con ser dueños algún día de la tierra que los había visto crecer, sufrir y que algún día los recibiría con un frío abrazo.


Se le vinieron a la mente todas las expresiones de que sería objeto si se supiera que había estado a solas con el Rubén, pero qué importaba se repetía si ya antes de decidirse la habían condenado, si iban a seguir hablando que lo hicieran con razón y una excusa tapó a la otra y los pasos se hicieron más seguros, más firmes cuando la mano del Rubén se cerró sobre la suya y la guiaba por la oscuridad del sendero cercado de eucaliptos. 


Lo seguía como el ciego tras su lazarillo, confiada, segura, atrás comenzaron a quedar las dudas y remordimientos, ¿acaso no había hecho con su vida lo que otros habían querido? si se había ido con el 
Mateo y hasta se había casado con él no había sido por amor, cansada de escuchar el te lo dije de su madre, ese no va regresar, si eso de irse a trabajar era puro cuento para no volver y las amigas que se unían a sus parejas y las miradas de lástima por su soledad y los hijos que un  día también ella había deseado estrechar y arrullar contra su pecho y que los años se te van a ir y se había casado con el Mateo para llenar el vacío de su corazón, esperando quererlo por lo bueno que era, por los hijos que llegarían, pero la bondad y generosidad no habían sido suficientes, los hijos no llegaron y los días se llenaron de tareas, de trabajo y las noches de largos silencios, esperando que alguna vez su vista no se quedara clavada en un punto muerto.

Ahora no importaba nada, el Rubén había vuelto y la perdonaba, su orgullo de macho y el despecho del primer momento quedaban atrás, ella lo seguiría  sin escuchar voces ni gestos que se interpusieran y que los hombres se arreglaran a la buena o a la mala.

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